En la siguiente prueba de la consolidación de la tecnocracia de supervigilancia ciudadana, la profesora de Harvard Margo Seltzer
anunció ante líderes mundiales en Davos, que la privacidad está muerta y
predijo que en el futuro cercano robots del tamaño de mosquitos
perpetuamente monitorearán a los ciudadanos, al punto de recolectar su
ADN y otra información biométrica para los gobiernos y corporaciones.
Por si te parecían molestos los mosquitos, el futuro parece ser más
insidioso de lo que pensabas, y es que, ¿cómo distinguir el zumbido de
un mosquito –sonido que en inglés se llama “drone”— de un dron?
Seltzer dijo: “La privacidad como la
conocimos en el pasado ya no es posible… No se trata de si va a pasar o
no, ya está sucediendo. Vivimos ya en un estado de vigilancia”. Sophia
Roosth, también de Harvard, advirtió que nos acercamos a lo que llamó
una era de “macartismo genético”, aludiendo a la práctica atribuida al
General McCarthy de hacer acusaciones sin la evidencia necesaria y sobre
todo, utilizar técnicas invasivas para investigar y limitar el
disentimiento. Otro panelista en el mismo foro, Anthony Goldbloom, hizo
quizás la declaración más funesta, argumentando que a los jóvenes ya nos
les importa la vigilancia y están perfectamente dispuestos a cambiar la
privacidad por la conveniencia. Algo que suena demasiado cerca a las
distopías de Philip K. Dick, pasando antes por Orwell.
La profesora de Harvard agregó que los
drones miniatura podrían ser utilizados también para cosas más
positivas, incluyendo la posibilidad de que sean enviados a “combatir
los gérmenes” en un campamento afectado por el Ébola.
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